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jueves, 2 de mayo de 2013

Sergio Ramos entró en el santoral del Real Madrid

AS - 02/05/2013



Este club tiene iconos por su calidad como Di Stéfano, Puskas o Gento, pero Ramos entró el martes en el santoral de los jabatos tipo Pirri, Camacho o Santillana.
El madridismo se fue entristecido del Bernabéu por la eliminación ante el Borussia, pero orgulloso por la actitud final de sus jugadores. Especialmente, la afición se marchó entusiasmada con la actitud, el coraje y la bravura exhibidas por Sergio Ramos. Este club tiene iconos por su calidad como Di Stéfano, Puskas o Gento, pero Ramos entró el martes en el santoral de los jabatos tipo Pirri, Camacho o Santillana.
El capitán del Madrid se echó al equipo a la espalda en ese arreón final gestado desde el gol de Benzema.

A partir de ese instante, Sergio se saltó las directrices de pizarra y se lanzó al ataque como un delantero más. Tras mantener un duelo tremendo con Lewandowski, se dedicó a ayudar al equipo en ataque en busca de ese 3-0 soñado.

Una vez que Lewansdowski, extenuado, fue al banquillo (minuto 86), Sergio se desató en busca de la portería del Borussia como si fuese Cristiano, Benzema y Di María en una sola pieza. Un minuto después, firmó un golazo que dejó a Weidenfeller como una estatua de sal. 2-0, locura en la grada y Ramos embravecido. Ni siquiera le importaba haber visto antes la tarjeta que le impedía estar en la final de Wembley. Pensó en el equipo y no paró hasta el pitido final. Sergio acabó con tres remates entre los tres palos (84', 85' y 87'), más que Benzema (2), Cristiano (1) e Higuaín (1). Ese pundonor se tradujo en los 11 kilómetros que recorrió durante el partido (10.965 metros) y las 23 recuperaciones de balón que firmó. Otro dato bestial: recibió seis faltas, el doble que Modric y Di María, los siguientes en ese capítulo. Su abrazo final con Casillas y sus lágrimas sinceras terminaron por convertirle en el héroe de la noche.

Orgullo vikingo. Además, Sergio Ramos se tiene ganado el respeto del vestuario por su liderazgo dentro del mismo y por su compromiso con el grupo. Ayer utilizó las redes sociales para evidenciar ese sentimiento que tiene conquistado a sus compañeros: "Gracias a mi equipo, desde el primero hasta el último, por dejarse el alma jugando. Orgulloso de vestir esta camiseta. Es duro, pero la vida sigue y seguro que el fútbol nos depara un momento mejor en la Champions. ¡Hala Madrid!". Y se acordó de esa hinchada que le adora: "Sólo tengo palabras de agradecimiento a una afición incansable hasta el último minuto de esperanza. ¡Muchas gracias de corazón!". Sergio ya forma parte del santoral madridista.

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